Arquitecta de su propio porvenir



“Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir” (Proverbios 31:25)

Rita Levi-Montalcini (1909-2012)

Existe un mito que dice que las mujeres no pueden destacar en ciencia. Lo real es que no hay ninguna evidencia científica que demuestre que una mujer tiene menos habilidades para prosperar en esta área. Lo que realmente ocurre, es que los varones tienen más oportunidades que las mujeres. Muchas podrían destacar, sin embargo, en muchos países, simplemente, no se les da la oportunidad.

Rita Levi-Montalcini obtuvo el Premio Nobel de Medicina el año 1986, por sus aportes al crecimiento del sistema nervioso. Se integró de esta forma al escaso grupo de mujeres que ha logrado dicho premio.

Rita nació en Turín, fue la menor (junto con su hermana melliza Paola) de cuatro hijos de una familia judía sefardí. Su padre, Adamo Levi, era ingeniero eléctrico y su madre, Adele Montalcini, pintora de gran talento. Durante su adolescencia trabajó en una panadería para costearse sus estudios, a pesar de su alergia a la levadura. En 1930 se matriculó en la Facultad de Medicina de Turín. Se graduó con la máxima calificación (Summa cum laude) en 1936. En 1938 Benito Mussolini prohibió a toda persona judía acceder a alguna carrera académica o profesional. Ella tuvo que dejar de trabajar en lo suyo.

En septiembre de 1946 aceptó una invitación de la Universidad Washington en San Luis, EE.UU. La estancia era por un solo semestre, y terminó quedándose 30 años. Recibió el Doctorado Honoris Causa de varias universidades, numerosos premios de varios países y fue nombrada senadora vitalicia en Italia, su país de origen.

Lo que suele no contarse es que su padre, un judío tradicional, no quería que ella se convirtiera en profesional, sino que se conformara con ser dueña de casa y madre. Ella se inscribió en la universidad en contra de la voluntad de su padre y a escondidas. De hecho, tuvo que buscar la forma de financiar sus estudios trabajando y consiguiendo becas, todo, porque su padre consideraba que la universidad y la vida profesional no era para las mujeres.

¿Cuántas vidas que podrían haber destacado como Rita, se han perdido en el anonimato debido a actitudes tan sexistas como las de este hombre? Ya es difícil para las mujeres destacar, mucho más complejo es cuando un padre segrega a su propia hija. El sexismo es un pecado y quienes lo apoyan, son culpables de limitar a personas que deberían ser alentadas a obtener más.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez

Del libro inédito: Héroes y heroínas de verdad


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